Fernando Pérez Cano de Hacienda 1800: Ver la Vía Láctea es el verdadero lujo, el turismo sustentable transforma a Cuatro Ciénegas

Cuando Fernando Pérez Cano y su equipo recibieron como pago un hotel inconcluso en Cuatro Ciénegas, Coahuila, lo primero que pensaron fue remodelarlo y venderlo. Lo que no imaginaron es que terminarían quedándose, enamorados del desierto, de sus especies únicas y de una forma de vida donde la sostenibilidad no es un discurso: es la estrategia.

Hoy, el Grupo Hotelero 1800 no solo opera Hacienda 1800 y Casa Serena, sino que gestiona parques ecológicos, promueve la educación ambiental y lidera uno de los proyectos de conservación más ambiciosos del norte del país. “Si no somos los primeros en conservar, en poco tiempo no tendremos nada qué mostrar”, dice convencido Fernando Pérez Cano, fundador de Grupo Fox, el corporativo detrás de este ecosistema turístico.

El lujo es ver las estrellas

Para Fernando, el verdadero lujo no está en mármoles ni en grandes buffets, sino en poder ver la Vía Láctea. En Cuatro Ciénegas, una zona natural protegida, las noches sin luna permiten mirar con claridad el cielo profundo. “Queremos lanzar una campaña que pregunte: ‘¿Has visto la Vía Láctea?’ y si no, invitar a que vengan aquí a verla. Es algo que cambia la vida”, explica.

Y esa conexión con la naturaleza no es casual. Grupo Hotelero 1800 ha hecho de la sostenibilidad su propuesta de valor: glamping respetuoso con el entorno desértico, paneles solares, captación y reúso de agua, composta con residuos orgánicos del pueblo, y campañas contra el uso de plásticos.

Turismo con propósito

Cuatro Ciénegas es uno de los pocos sitios en el mundo con estromatolitos vivos —organismos ancestrales responsables del oxígeno que respiramos—, así como dunas de yeso únicas que comparten características con otras solo encontradas en Nuevo México, Túnez y Texas. También hay 42 especies endémicas de flora y fauna, entre ellas tres tipos de tortugas en peligro de extinción.

Por eso, el grupo impulsa un proyecto que va más allá del turismo: un ambicioso plan de conservación que incluye:

  • Tecnificación del riego en El Ejido para ahorrar agua.

  • Rescate del río Garabatal, un humedal seco desde hace más de 90 años.

  • Un centro de reproducción de especies en peligro.

  • Una planta tratadora de aguas residuales.

  • Instalación de medidores inteligentes de agua, conectados en tiempo real con CONAGUA, para monitorear su uso agrícola.

  • Campañas de erradicación de especies invasoras como el pez joya.

“Queremos que este sea uno de los proyectos de rescate ecológico más importantes del país”, afirma Pérez Cano.

Educar para conservar

Parte clave de su filosofía es la educación. Cada mes, Grupo Hotelero 1800 recibe a unos 200 niños de escuelas locales para enseñarles sobre los ecosistemas únicos de su región. “Creemos que si les mostramos desde pequeños por qué Cuatro Ciénegas es especial, ellos serán los próximos guardianes”, dice.

Esa visión se extiende también a la experiencia turística. En lugar de solo ofrecer recorridos, el grupo ha transformado una antigua mina de mármol en un anfiteatro donde cada cena con espectáculo cuenta la historia de los elementos —agua, tierra, fuego y aire— y su desconexión con el ser humano. Es un llamado poético a reconectar con la Madre Naturaleza.

Transformación local

Desde la llegada del grupo en 2016, la economía de Cuatro Ciénegas ha cambiado. El turismo se ha convertido en la principal actividad económica, desplazando a la agricultura y ganadería tradicionales. “Queremos que esta industria sin chimeneas sea motor de desarrollo, pero de forma responsable”, dice Pérez Cano, quien también impulsa desde su fundación la agricultura regenerativa, el uso de talento local y el desarrollo educativo de la región.

Un mensaje para México

“Cuatro Ciénegas tiene todo para convertirse en el destino turístico más importante del noreste del país”, afirma Fernando. “Pero lo más valioso es que quienes nos visitan se llevan una experiencia transformadora. Se van conectados con la naturaleza, se emocionan al ver un atardecer entre dunas o al sumergirse en aguas cristalinas sabiendo que nadan junto a especies únicas”.

En un país donde los grandes destinos turísticos suelen estar junto al mar, Fernando extiende una invitación: mirar al desierto, redescubrir el lujo de la quietud, y dejarse educar por un territorio que todavía guarda secretos de la vida en la Tierra.

“Vengan con la disposición de aprender. Permítanse ser educados por lo que Cuatro Ciénegas tiene que ofrecer. El turismo puede —y debe— ser una herramienta de conservación”.

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