El fútbol femenino en Latinoamérica: del olvido a los estadios llenos

Las frases “Las mujeres no juegan fútbol” o “el fútbol es para hombres” han resonado por generaciones. Desde la infancia, las niñas enfrentan barreras para acceder al deporte, incluso en elementos básicos como el uniforme escolar. En muchas instituciones, el uso obligatorio de faldas limita su movimiento, impidiéndoles correr, jugar y practicar deporte de manera cómoda y segura. Esta restricción refuerza la idea de que ciertos espacios, como las canchas de fútbol, no son para ellas.

En 1894, en Inglaterra, se fundó el primer equipo femenino de la historia, el British Ladies Football Club, impulsado por el activista Neri Honeywell. Sin embargo, el fútbol femenino ya tenía antecedentes en Argentina, donde se jugaba una variante llamada Sushi. A pesar de la resistencia y la desigualdad, este deporte ha recorrido un largo y accidentado camino hasta la actualidad.

Un punto clave en su historia fue la Primera Guerra Mundial. Entre 1915 y 1918, la suspensión del fútbol masculino debido al conflicto permitió que el fútbol femenino ganara popularidad en el norte de Inglaterra. Las mujeres, que se incorporaron a la industria como mano de obra, también se hicieron un lugar en el deporte. Sin embargo, tras la guerra, la Federación Inglesa prohibió el fútbol femenino, alegando que no era adecuado para las mujeres, decisión replicada en otros países europeos. Durante décadas, el fútbol femenino se desarrolló casi en la clandestinidad.

En 1970, en Turín, se creó la Federación Internacional de Fútbol Femenino, una organización no reconocida por la FIFA, que impulsó la profesionalización del deporte. Ese mismo año se celebró el primer Mundial Femenino en Italia, seguido por otro en México en 1971. A medida que el fútbol femenino crecía, la federación inglesa levantó su veto 50 años después. Esto inspiró a otros países a formar equipos y desarrollar ligas. Finalmente, en 1991, se organizó en China el primer Mundial Femenino bajo la FIFA, marcando el inicio de una era de profesionalización. Desde entonces, el fútbol femenino ha ganado reconocimiento global, con estadios llenos y torneos televisados.

A pesar del crecimiento en el ámbito deportivo, la brecha económica sigue siendo un obstáculo. Muchas jugadoras han alzado la voz para exigir igualdad salarial y mejores condiciones. Federaciones como la estadounidense, impulsadas por figuras como Megan Rapinoe, y selecciones como las de Australia, Brasil, España, Finlandia, Irlanda, Noruega, Nueva Zelanda y Países Bajos han logrado equidad salarial en sus selecciones nacionales. Sin embargo, la diferencia en derechos de transmisión y patrocinios sigue siendo un desafío.

El fútbol femenino en América Latina ha crecido exponencialmente y se ha convertido en un símbolo de empoderamiento. A pesar de los avances, sigue enfrentando retos económicos y de visibilidad.

 

Un estudio de The Collective Wasserman, “El imparable crecimiento del fútbol femenil mexicano”, destaca que invertir en el deporte femenino es una de las mejores apuestas para marcas y patrocinadores. Sin embargo, las diferencias con el fútbol masculino siguen siendo abismales:

Asistencia en estadios: En el Clausura 2024, la asistencia total fue de 511,174 personas, con un promedio de 3,061 asistentes por partido.

Cobertura mediática: La Liga MX Femenil recibió el doble de menciones positivas en medios en comparación con la Liga MX varonil en el último año.

Avances legislativos: En marzo de 2024, el Senado mexicano aprobó una reforma a la Ley Federal del Trabajo que obliga a los clubes a garantizar salarios base iguales para hombres y mujeres.

Crecimiento de audiencias y patrocinios

La Liga MX Femenil ha registrado un aumento significativo en la audiencia televisiva:

Entre el Clausura 2022 y el Clausura 2024, acumuló 124,164,810 espectadores, con un promedio de 24,832,960 por torneo.

La final de la Liga MX Femenil Clausura 2023 (partido de vuelta) alcanzó niveles de audiencia comparables a algunos partidos europeos de primer nivel.

En Argentina y Colombia, el interés por el fútbol femenino también ha crecido: En Argentina, la final del Torneo de Primera División Femenina 2023 registró un récord histórico de espectadores.

En Colombia, la Liga Femenina BetPlay ha aumentado su audiencia en más de un 30% en los últimos tres años, con partidos que superan el millón de televidentes.

La final de la Copa Libertadores Femenina 2023, disputada en Colombia, reunió a 38,679 asistentes en el estadio, la mayor cifra registrada en un torneo continental femenino en Sudamérica.

El consumidor también ha cambiado

De acuerdo con The Collective, la intención de compra aumenta un 35% cuando una marca está vinculada a un equipo de la Liga MX Femenil.

Impacto económico en América Latina

El crecimiento del fútbol femenino en la región no solo ha sido deportivo, sino económico. Países como Brasil, Colombia y Argentina han visto un aumento en la inversión en infraestructura, formación de jugadoras y profesionalización de ligas. Esto ha generado empleos y oportunidades, atrayendo más patrocinadores y televisoras. A medida que crece la audiencia y la asistencia a los estadios, el impacto económico del fútbol femenino se vuelve cada vez más relevante.

El fútbol femenino está dejando de ser un nicho para convertirse en un fenómeno global. Con estadios llenos, una audiencia en crecimiento y mayor reconocimiento, el camino hacia la equidad sigue avanzando. El debate está sobre la mesa y las jugadoras, con su talento y determinación, están cambiando la historia del deporte

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