
- La BMV superó en 2025 los $400 mil millones de pesos en bonos sostenibles, mientras en América Latina la emisión cayó 65% en el primer semestre. El desafío: financiar ciudades donde ya vive más del 80% de la población y que llegará al 89% en 2050, con urgencias de agua, energía y movilidad sostenible
La escena financiera latinoamericana está atravesando un momento de claroscuros. Mientras México celebra haber superado los $400 mil millones de pesos en emisiones ASG en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) desde 2016, la región en su conjunto enfrenta un retroceso del 65% en la colocación de bonos temáticos durante el primer semestre de 2025, apenas unos US$8 mil millones, en comparación con el mismo periodo de 2024.
El contraste revela una realidad incómoda: el apetito por instrumentos sostenibles existe, pero las condiciones macroeconómicas, la falta de planeación de proyectos y la presión por cumplir con estándares de impacto están frenando el flujo de capital hacia donde más se necesita: agua, energía y resiliencia urbana.
México: récord histórico, pero rezago hídrico
La BMV confirmó en abril de 2025 que el financiamiento sostenible acumulado alcanzó la cifra de $400 mil millones de pesos, con una distribución dominada por bonos sustentables (46.7%), seguidos por los vinculados a sostenibilidad (26.9%), verdes (15.5%), sociales (10.5%) y apenas un bono azul (0.3%).
Este último dato expone la fragilidad del financiamiento para el agua en un país donde la crisis hídrica ya marca disputas territoriales y condiciona el futuro industrial. “Los azules siguen siendo casi simbólicos en México, aunque la necesidad es monumental”, reconocen especialistas del mercado.
En 2024, el mercado local vivió un auge: 18 emisiones por más de $81 mil millones de pesos, incluyendo el programa federal de Bonos ODS, que institucionalizó la trazabilidad de los recursos y obligó a reportar su impacto en metas sociales y ambientales.
Ciudades al límite: una urgencia de financiamiento
Latinoamérica vive una encrucijada demográfica que se siente en cada esquina, cada ecosistema invadido por proyectos inmobiliarios, cada tubería fracturada. Ante el crecimiento urbano acelerado —ya más del 80 % de la población vive en zonas urbanas según CEPAL/UNDESA— las ciudades requieren infraestructura de agua, energía y movilidad preparada para temperaturas extremas, lluvias intensas, sequías crecientes. Para 2050, se espera que esta cifra de urbanización alcance cerca del 89% de la población, apretando la demanda de servicios básicos.
Chile y Brasil: los soberanos que abren camino
Chile se ha convertido en referente mundial al emitir los primeros bonos soberanos vinculados a sostenibilidad (SLB), que atan el cupón a metas climáticas y de transición energética. Su experiencia envía un mensaje claro: no basta con etiquetar recursos, los gobiernos deben asumir compromisos medibles y auditables.
Brasil, por su parte, debutó en noviembre de 2023 con un bono soberano sostenible por US$2,000 millones, diseñado para construir una curva de referencia en reales y atraer a inversionistas internacionales. Con ello, el gigante sudamericano demostró que un país puede usar la sostenibilidad no solo como discurso, sino como ancla financiera para el sector corporativo.
Colombia y el Caribe: laboratorios de innovación
En Colombia, la Taxonomía Verde ha comenzado a ordenar el mercado, ayudando a identificar qué proyectos son realmente sostenibles y facilitando el acceso a capital. Este esfuerzo coloca al país en la vanguardia regional de la regulación financiera verde.
Más al norte, Barbados ensaya un mecanismo disruptivo: swaps de deuda por clima, en los que acreedores aceptan condonar pasivos a cambio de inversiones en resiliencia hídrica y adaptación al cambio climático. La fórmula, respaldada por organismos multilaterales, podría convertirse en una alternativa clave para países altamente endeudados pero vulnerables al cambio climático.
Cuellos de botella: planeación, métricas y costo de capital
Pese a los avances, tres obstáculos persisten en la región:
Proyectos poco bancables. Muchas carteras carecen de estudios técnicos sólidos, cronogramas claros y alineación con taxonomías internacionales.
Rigor en métricas. Inversionistas exigen indicadores verificables y trazabilidad anual; sin ellos, el costo del financiamiento se eleva o la demanda se diluye.
Entorno financiero adverso. Tasas altas y volatilidad cambiaria reducen las ventanas para colocar bonos, especialmente en mercados emergentes.
Dos velocidades, una misma región
El financiamiento sostenible en América Latina avanza en dos velocidades. México, Chile y Brasil han mostrado que los mercados locales pueden movilizar recursos masivos si hay voluntad política y marcos de emisión claros. Sin embargo, la caída regional de 2025 demuestra que sin planeación, métricas rigurosas y estrategias de adaptación, el capital no fluye hacia donde más urge.
En una región marcada por la desigualdad, el estrés hídrico y la necesidad de infraestructura resiliente, los bonos verdes, sociales, sustentables y azules no son ya una opción de prestigio: son la llave para sostener la vida urbana y rural en las próximas décadas.
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