Sin comunidades, no hay acción climática

En los últimos años, el discurso climático global ha pasado de centrarse exclusivamente en aspectos ambientales y científicos, a incorporar de manera creciente dimensiones sociales y económicas, con un énfasis particular en los derechos humanos y la justicia climática. Sin embargo, aún persiste una omisión crítica: las comunidades que habitan y sostienen los ecosistemas estratégicos siguen siendo excluidas de los espacios sociales, políticos y gubernamentales, así como de los procesos de toma de decisiones. Son éstos, los que no solo enfrentan los efectos más devastadores del cambio climático, sino que, además, defienden y protegen con su trabajo y conocimiento territorios y ecosistemas clave para la mitigación y adaptación.

De acuerdo con información recabada tras la realización de cuatro talleres participativos organizados por Política y Legislación Ambiental (POLEA) en julio y agosto del 2025, cuyo objetivo fue visibilizar y fortalecer las soluciones climáticas comunitarias, así como generar recomendaciones para su escalamiento e incidencia en políticas públicas, se convocó a personas representantes de comunidades, ejidos, pueblos indígenas y organizaciones de la sociedad civil. Estos espacios buscaron facilitar el intercambio de experiencias, identificar barreras y oportunidades, y promover la articulación entre actores locales y regionales. Entre las principales conclusiones, las comunicades expresaron que todavía no cuentan con suficiente participación en los ámbitos político y social, y se les considera generalmente como beneficiarias pasivas y no como aliadas estratégicas, no solo en materia de cambio climático sino en todo el espectro ambiental.

Sin embargo, el trabajo de las comunidades es crucial. Los bosques, selvas, manglares y humedales que estas comunidades conservan capturan millones de toneladas de carbono al año, regulan el clima, evitan la deforestación, protegen la biodiversidad y aseguran medios de vida. Estas funciones ecológicas no podrían sostenerse sin la presencia activa de quienes viven en estos territorios y mantienen formas de vida que equilibran producción, cultura y conservación. Las comunidades no son usuarias pasivas de la naturaleza: son quienes construyen las soluciones climáticas reales.

De acuerdo con la información recabada resultado de los talleres mencionados , las comunidades ya están trabajando activamente en sus territorios. Es su apropiación del espacio, el conocimiento acumulado y la capacidad organizativa lo que permite mantener los servicios y beneficios ambientales que contribuyen a la adaptación y mitigación del cambio climático. No obstante, estos esfuerzos carecen de un acompañamiento sostenido de otros actores relevantes, de mecanismos de financiamiento inclusivos y adecuados, así como de marcos jurídicos e institucionales que las reconozcan como una pieza clave y de alto impacto en las soluciones.

Muchos de los marcos de política pública vigentes en materia ambiental, siguen priorizando enfoques técnicos centralizados y burocráticos que muchas veces replican modelos ajenos y desconectados de la realidad local; asimismo, en palabras de representantes de comunidades, señalan que con frecuencia se diseñan reglas sin comprender el territorio, se ofrecen recursos sin considerar la autonomía y la organización de las comunidades, y mientras tanto, siguen trabajando en sus territorios conscientes de la importancia del papel de los ecosistemas, pero muchas veces sin el reconocimiento, el acompañamiento ni el financiamiento suficiente.

En este sentido, no hay transición energética justa ni acción climática efectiva si no se reconoce a las comunidades como actoras centrales, no sólo como beneficiarias. Escuchar sus voces, apoyar sus procesos organizativos, invertir en sus capacidades y garantizar su participación en las decisiones es clave para sostener los beneficios ambientales, sociales y económicos que nos brindan.

Para seguir contando con los beneficios ambientales, sociales y económicos que proveen los ecosistemas, muchos de ellos ubicados en territorios comunitarios, debemos garantizar la participación plena, libre e informada de las comunidades en la toma de decisiones. Escuchar sus propuestas, respetar sus tiempos y formas organizativas, y asegurar condiciones justas para su continuidad. Una de las principales conclusiones obtenidas es que: no se trata de escalar modelos, sino de fortalecer redes, reconocer su diversidad y apostar por soluciones basadas en lo local.

En palabras de las y los participantes tres palabras resumen su aporte a la lucha contra el cambio climático: resistencia, conocimientos y resiliencia. Resistencia para defender sus territorios frente a las amenazas que los ponen en riesgo. Conocimientos para aplicar soluciones basadas en siglos de experiencia y vínculo con la naturaleza. Y resiliencia para adaptarse y seguir cuidando los ecosistemas de los que dependemos todos.

El futuro climático del planeta no se juega únicamente en los foros internacionales, sino en los territorios. Y en esos territorios, las comunidades ya están haciendo su parte.

1 Política y Legislación Ambiental. (2025). Documento de sistematización, análisis y recomendaciones: Soluciones climáticas
comunitarias. Talleres realizados con comunidades, organizaciones de la sociedad civil, academia y actores institucionales de
Centroamérica y México. El objetivo de estos talleres fue identificar barreras, condiciones habilitantes y estrategias para escalar
experiencias exitosas de adaptación y mitigación al cambio climático.

María Fernanda Armijo Silva, Asesora Legal de Política y Legislación Ambiental AC.
Andrés Emilio Ávila Akerberg, Director Ejecutivo de Política y Legislación Ambiental AC.

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