Mónica Peimbert, de Casa de la Amistad: Dejar de hablar de asistencialismo y hablar de derechos, inclusión social y responsabilidad comunitaria”

En México, donde el cáncer infantil es la principal causa de muerte por enfermedad entre menores de 5 a 14 años, la esperanza suele parecer una excepción. Pero Casa de la Amistad, fundación con 35 años de historia, demuestra que el acompañamiento integral, ético y profesional puede transformar diagnósticos devastadores en proyectos de vida.

“Nuestra intervención no es asistencialista ni paliativa, es integral. Apostamos a que cada niño y cada joven pueda construir su futuro con dignidad”, afirma Mónica Peimbert, directora operativa de Casa de la Amistad.

Finanzas éticas y un modelo que deja atrás la caridad

Con más de 1,280 niños y jóvenes atendidos cada año y más de 15,000 familias apoyadas en su historia, Casa de la Amistad opera con un compromiso claro: la transparencia. “Cada peso que entra está asignado y justificado. Nuestro compromiso es que todo recurso impacte directamente al usuario” afirma Peimbert.

El tratamiento oncológico es costoso. “Invertimos en promedio 150 mil pesos por niño y 300 mil por joven en tres años de tratamiento y dos años de vigilancia. No es una cifra menor”, advierte.

Gracias a un modelo de economía circular —que incluye recolección y comercialización de donaciones materiales—, campañas como “Ángeles Guardianes”, y alianzas estratégicas con hospitales como St. Jude, la organización ha logrado sostenerse. “Innovar en procuración de fondos también es parte del trabajo. Y no podemos solos, necesitamos de la suma de muchas voluntades”.

Pero más allá de los números, Casa de la Amistad ha levantado la voz para cambiar la narrativa. “Tenemos que dejar de hablar de caridad y de asistencialismo. Hoy hablamos de derechos, de inclusión social, de responsabilidad comunitaria” sostiene. Y añade: “Cuando tú te sumas a una causa como esta, no solo creces personalmente, también generas empatía, construyes redes y te das cuenta de que apoyar es un acto de justicia, no de compasión”.

Atención médica y mucho más

El modelo de Casa de la Amistad se basa en dos pilares fundamentales: apoyos médicos complementarios y servicios de albergue. “Damos estudios especiales, medicamentos, prótesis, endoprótesis… todo lo que el niño o joven necesita para complementar su tratamiento oncológico” detalla Peimbert.

A esto se suma hospedaje, alimentación y, sobre todo, transporte. “El transporte es clave porque garantiza el apego y la fidelidad al tratamiento. Sin transporte, muchos simplemente no podrían continuar”, explica.

La atención también incluye acompañamiento emocional y apoyo educativo. “A través del área de apoyo emocional damos herramientas resilientes. Y el área educativa les permite pensar en un futuro, en un proyecto de vida. Eso hace toda la diferencia”.

Pobreza, desinformación y diagnóstico tardío, grandes retos para las familias

Peimbert subraya que la pobreza es uno de los mayores retos para las familias. “No tienen acceso a un diagnóstico oportuno. Y sin diagnóstico temprano, el tratamiento llega tarde”. Además, muchas veces las familias desconocen los síntomas del cáncer infantil. “Ahí también trabajamos: con alfabetización en salud. Porque cuando las familias entienden qué está pasando, pueden tomar mejores decisiones”.

Otro obstáculo es el shock emocional del diagnóstico. “Recibir la noticia de que tu hijo tiene cáncer te paraliza. No sabes qué hacer, por dónde empezar. Por eso estamos ahí, desde la primera entrevista, para acompañarles en todo momento”.

No hablamos de cifras, hablamos de vidas

Casa de la Amistad impulsa también un proyecto de seguimiento a sobrevivientes. “De los más de 500 casos que hemos contactado, 131 jóvenes están plenamente identificados. Hoy son médicos, madres, maestros. Saber que ahora son adultos plenos nos da la certeza de que nuestro modelo funciona”.

“No se trata de sobrevivir por sobrevivir. Se trata de tener sueños, esperanza, de reconstruir un futuro. Por eso decimos: no son cifras, son personas”, insiste.

¿Cómo unirse?

Casa de la Amistad acepta donativos materiales, económicos, voluntariado individual y corporativo. También es posible convertirse en Ángel Guardián con un donativo mensual desde $150 pesos. “Somos una fundación grande, y siempre necesitaremos manos. Hay muchas formas de ayudar” asegura Peimbert.

Los niños y jóvenes ingresan a través de hospitales públicos de todo el país. “Trabajamos con 8 hospitales en la Ciudad de México y 22 en el resto de la República. Ellos nos remiten los casos con diagnóstico confirmado” detalla.

La mirada al futuro

La visión de Casa de la Amistad es regionalizar su modelo y llegar a más niñas, niños y jóvenes en todo el país. “Cuando hay apego al tratamiento y fidelidad, la enfermedad se enfrenta con mejores herramientas. Y ahí es donde nuestra intervención marca la diferencia” concluye Mónica Peimbert.

A 35 años de su fundación, Casa de la Amistad no solo ha acompañado a miles de familias en uno de los momentos más difíciles de sus vidas. También ha demostrado que la verdadera transformación ocurre cuando la ayuda se ofrece con dignidad, cuando la sociedad deja de hablar de “dar” y empieza a hablar de compartir. Porque como dice Mónica: “Esto ya no es asistencialismo. Esto es justicia social”.

¿Quieres apoyar?
Visita www.casadelamistad.org.mx

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