En la industria publicitaria y del marketing, la inclusión se ha convertido en un concepto clave. Sin embargo, para Mariana Verderame, Country Manager de Cono Sur en Adsmovil, algunas empresas han convertido este discurso en una estrategia de imagen sin aplicarlo realmente en sus estructuras internas. “Hay empresas que toman este concepto de forma marketinera. Pueden llegar a hablar de esto, pero no lo llevan a la práctica real”, afirma.

Este fenómeno, conocido como “purple washing”, ocurre cuando una empresa se adhiere a la bandera de la inclusión y la diversidad de manera superficial, sin realizar cambios estructurales. Para Verderame, esta práctica no solo es engañosa, sino que también puede ser contraproducente. “Lejos de poder hacer un bien con un concepto, se están mintiendo a ellos mismos e incluso hasta a sus empleados”, señala.

El paralelismo con el “greenwashing” es evidente. “Eso pasa mucho también con el tema de la sustentabilidad. Las empresas se quieren lavar la cara con estas cosas y resulta que cuando ves lo que hay dentro, te das cuenta de que no hay un verdadero propósito”, agrega.

Sobre el uso del lenguaje inclusivo en la publicidad, Verderame adopta una postura pragmática.

“No me molesta que se use, pero yo en lo personal no lo utilizo porque no me siento cómoda. La inclusión va mucho más allá de un lenguaje, pasa por la contratación de personas con discapacidad, por la igualdad de oportunidades laborales y por acciones concretas”. Además, considera que en publicidad, el lenguaje inclusivo podría generar una división en la audiencia. “Lejos de ser inclusivo, podría estar excluyendo a quienes no se sienten identificados con él” concluye.

En una industria donde los discursos pueden transformarse en estrategias de imagen vacías, Verderame hace un llamado a la coherencia: “Las empresas que realmente creen en la inclusión y la sostenibilidad no necesitan proclamarlo, simplemente lo hacen”.